Acuerdo del Lago Meech

Sin embargo, su principal propósito, transformar Quebec en un estado soberano asociado con Canadá, fracasó estrepitosamente en un referéndum celebrado en mayo de 1980.

[3]​Para ello, se convocó una Conferencia Constitucional en 1981, que alcanzó un acuerdo la noche del 4 de noviembre.

Su gobierno nacionalista denunció la madrugada en la que se llegó el acuerdo como una noche de los cuchillos largos.

Por ello, el primer ministro René Lévesque y la Asamblea Nacional de Quebec rechazaron su ratificación.

[5]​ En respuesta a dicho recurso, el alto tribunal dictaminó que Quebec carecía de la legitimación jurídica y constitucional para vetar la reforma.

A nivel federal, los liberales sufrieron una gran derrota frente al líder conservador Brian Mulroney.

[9]​ En su programa electoral, Bourassa establecía cinco demandas clave para que Quebec “entrara” dentro de la Constitución.

[16]​La misiva denunciaba el oportunismo de los firmantes y abordaba los peligros del acuerdo.

Según la pieza, la reforma constitucional permitía dividir Canadá en dos sociedades irreconciliables, o limitar la eficacia de los derechos fundamentales bajo premisas nacionalistas.

[17]​ La intervención de Trudeau en el debate alargó las negociaciones sobre la versión final del acuerdo.

Pese a estar previsto como un evento ceremonial, se convirtió en una negociación de 19 horas.

En el caso de Manitoba, se buscó garantizar un mayor peso del gasto público federal.

El gasto público federal en materias de competencia provincial quedó más restringido en la versión final del acuerdo.

Para Brian Mulroney, la reforma del Senado y la Corte Suprema permitía una mayor participación política en decisiones que hasta entonces eran unilaterales.

[29]​A ello contribuyó la ausencia de debates o consultas públicas previas, salvo en Quebec.

Al mismo tiempo, el nacionalismo quebequés consideraba que el reconocimiento como sociedad distinta no iba suficientemente lejos por tener carácter simbólico y no acompañarse de más cesiones de soberanía.

El nuevo primer ministro, Frank McKenna, hizo campaña pidiendo cambios en los términos de la reforma constitucional.

En concreto, demandó que la enmienda garantizara la protección del bilingüismo en Nuevo Brunswick como condición para su ratificación.

[34]​Esto debilitó la posición negociadora del gobierno provincial, al requerir el consentimiento de las tres fuerzas políticas con representación.

[35]​ Trudeau fue invitado a participar en las comparecencias monográficas sobre la reforma constitucional en la Cámara de los Comunes y el Senado.

Además, la cámara alta, compuesta por miembros nombrados por Trudeau antes de 1984, rechazó la enmienda constitucional.

[36]​Además, creó tensiones en Manitoba, y redujo el entusiasmo del NDP a nivel provincial respecto al Acuerdo.

Tanto Mulroney como el gobierno de Ontario presionaron a Bourassa para que no aplicara la cláusula.

De esta forma, Manitoba se sumó a Nuevo Brunswick en su oposición al pacto.

En este sentido, el gobierno de Mulroney contaba con ministros que apoyaban expresamente la rotulación monolingüe, como Lucien Bouchard.

Cuando estas comenzaron en noviembre de 1989, se produjo una bronca discusión televisada entre Wells y Brian Mulroney.

[39]​[40]​ Al mismo tiempo, los argumentarios políticos comenzaron a poner el foco en las consecuencias del fracaso de la reforma constitucional.

Unos pocos meses antes de la fecha límite para llegar a un acuerdo, una comisión liderada por el ministro Jean Charest recomendó algunos cambios al mismo.

Harper apoyaba el referéndum como manera de consultar a las Primeras Naciones, aisladas del proyecto.

Este último acuerdo fue sometido a referéndum, con una mayoría en contra en casi todas las provincias, incluyendo Quebec.