La composición química de los aceros al carbono es compleja, además del hierro y el carbono que generalmente no supera el 1%, hay en la aleación otros elementos necesarios para su producción, tales como silicio y manganeso, y hay otros que se consideran impurezas por la dificultad de excluirlos totalmente –azufre, fósforo, oxígeno, hidrógeno.
Una parte importante del acero producido se dirige a la construcción de estructuras.
Dentro de este rubro pueden determinarse dos utilizaciones principales: hormigón armado y construcción en acero.
En el caso de la construcción en acero[1] se usan elementos tales como perfiles unidos mediante conexiones empernadas o soldadas.
Cuando quieren fabricarse piezas con esas resistencias conviene, en general, utilizar aceros en bruto de forja, laminados o normalizados.