Academia de los Adorantes

Su casi exclusiva temática eran las mujeres, tal es, que Henri Merimée la llegó a calificar de “pintoresca”.

Esta academia solo se mantuvo durante un año, desapareciendo después.

En sus estatutos constaban los siguientes puntos: Se tenía que llevar una vida intachable, se asumía el compromiso de adorar fielmente a una dama y enorgullecerse de ello, entre los académicos "adorantes" no debía existir rivalidad si se sentían inclinados por la misma dama, porque según decían, se tenía que “adorar cualquier objeto digno”, era obligatoria la misa dominical y el “ojeo” en la misma de alguna dama a la que debían manifestar su admiración bajo de la ventana cuya su casa, los académicos debían ser nobles y aristocráticos y era causa de exclusión las tres faltas de asistencia.

[1]​ Alejandro Arboreda escritor valenciano, en su obra “El esclavo de su dama y paso honroso de Asturias”, los ridiculizaba a finales del XVII.

Henri Merimée calificaba a Boyl como “l’enfant terrible de la littérature valencienne”