Abdas de Susa

El rey Yazdegerd I ordenó al obispo restaurar y reparar la construcción por su propia cuenta, y luego de que Abdas rehusó, el rey ordenó la destrucción de iglesias.

Estos eventos deterioraron la relación entre la Iglesia cristiana y el gobierno persa, que previamente había sido buena, y causaron una ola de persecuciones contra los cristianos en Persia.

[2]​ Otro hecho que se le atribuye es el de haber ayudado a san Marutas en la expulsión de un demonio de Yezdegerd,[3]​ ningún otro dato fiable es conocido sobre Abdas.

La tradición añade que él fue uno de los primeros mártires en la persecución (fue golpeado hasta morir), y por eso es considerado un santo.

Sus compañeros en la matanza incluyeron a los sacerdotes Hashu e Isaac, el secretario Efrén de Siria, el archidiácono Papa, los laicos Daduk y Durdan, y Papa, un hermano del mismo Abda.