Ángel Darío Acosta Zurita

La respuesta que obtuvo de los tres vicarios fue siempre: "Estamos dispuestos a arrostrar cualquier grave consecuencia por seguir en nuestros deberes sacerdotales".

Recibió el roce de una bala en la pierna y milagrosamente salvó la vida.

Otro testigo, nos da un detalle importante que no podía notar el Padre Landa, demasiado lejos para oír.

El Padre Darío cayó acribillado por las balas asesinas, bañado en su sangre, exclamando": "¡Jesús!"

Al escuchar los disparos, salió de la sacristía el señor cura De la Mora pidiendo que a él también lo mataran, pero los asesinos ya habían huido.

El señor cura se acercó al padre Darío para darle los últimos auxilios espirituales.

Más bien, había dado orden de matarle, incluso, ofrecía una recompensa pecuniaria.

Algunos años después, en 1962, el Arzobispo de Veracruz, Dr. Manuel Pío López, mandó una Carta Pastoral a todos sus diocesanos, con motivo de la institución del proceso informativo sobre la fama de martirio del Padre Darío y él relató un milagro que ocurrió en su tumba: "Una religiosa del Asilo Veracruzano, deshecho el pulmón por tuberculosis en último grado, que llena de fé, se recostó en el sepulcro del Padre Darío, quedó sana instantáneamente".

Sobre su tumba, trasladados sus restos mortales a la Parroquia de la Asunción, y precisamente cerca del lugar donde cayó mortalmente herido, se lee esta significativa inscripción, puesta por el pueblo cristiano, que confirma su gran martirio.