Habiz
Es una donación en usufructo a perpetuidad, que en el mundo islámico se torna por tanto inembargable.Eduardo Manzano Moreno lo define como «un legado inalienable cuyos frutos o uso estaban destinados a una causa piadosa».[2] Si el azaque (zakat) o limosna es obligatorio para todo musulmán solvente, el habiz es facultativo.[3] En respuesta a uno de sus compañeros, Omar ibn al-Jattab, que le interrogaba para saber cómo debía utilizar una tierra que había adquirido, y si había que darla en limosna, el Profeta le aconsejó inmovilizar los fondos y dar en limosna el producto obtenido.Los fondos del habiz consiguieron no solo construirlos sino que incluían los salarios de los médicos y los especialistas, como oftalmólogos o cirujanos, así como la farmacia, personal auxiliar y elementos mobiliarios.