En la actualidad se usa mayormente para la detección de SARS-CoV-2, el virus que causa el COVID-19.Las pruebas rápidas suelen dar un resultado en un plazo de 5 a 30 minutos, requieren una formación o infraestructura mínimas y presentan importantes ventajas de coste.[2] Tienen éxito en estos enfoques porque, además de las ventajas mencionadas, identifican a los individuos más infecciosos y que podrían propagar el virus a un gran número de personas.Se considera cualitativo, pero una persona con experiencia en pruebas de RAT puede cuantificar fácilmente los resultados.Aunque cualquier prueba diagnóstica puede tener falsos negativos, este periodo de latencia puede abrir una vía especialmente amplia para los falsos negativos en las pruebas de anticuerpos, aunque las particularidades dependen de qué enfermedad y qué prueba se trate.
Ilustración del funcionamiento de la prueba rápida de antígeno por
inmunocromatografía
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