En alquimia , Archeus o archaeus es un término que se utiliza generalmente para referirse al aspecto más bajo y denso del plano astral que preside el crecimiento y la continuidad de todos los seres vivos. El término fue utilizado por Paracelso en la Edad Media y por quienes le siguieron, como Jan Baptist van Helmont . [1]
Para definirlo, los filósofos sostenían que el Archeus era el segmento del cuadrante más cercano de los mundos superiores que se funde con cierta similitud con las vibraciones más altas de nuestro mundo físico. Esencialmente se lo veía como la zona gris donde la materia, hablando en paralelo y no lateralmente, comienza a transmutarse en energías espirituales. En efecto, es el pegamento que une los cielos a lo material, y permite así la máxima como es arriba, es abajo .
Aparte del Archeus, que es principalmente un nombre platónico para el sujeto, esta esfera también se llama Anima Mundi , Alma del Mundo, Espíritu del Mundo, El LVX Transitivo, El Sendero de Saturno (que conecta a Malkuth y Yesod en el sistema de misticismo judío llamado la Cábala ), la Esfera Terrestre y la Zona que Rodea la Tierra. A veces también se la llama simplemente la esfera astral inferior, o su región geográfica, ya que todas las imaginaciones en el Archeus son paralelas a la manifestación física.
El término también se utilizaba para la naturaleza del fuego, o del fuego alojado en el centro de la Tierra, al que se atribuía la generación de metales y minerales, y que se creía que era el principio de la vida en los vegetales.
La filosofía que analiza el Archeus con más detalle es la ciencia hermética medieval, en la que encontramos al autor ocultista Heinrich Cornelius Agrippa hablando extensamente sobre un tema que antes era puramente platónico. Probablemente lo derivó de su maestro en la ciencia hermética, un hombre llamado Trithemius , que estudió extensamente con ciertos filósofos neoplatónicos.
Vale la pena mencionar que el Archeus puede descomponerse en cuatro éteres diferentes: Químico, Vital, Luminoso y Reflexivo. Para hablar brevemente de ellos tal como los veían ciertos místicos, el Éter Químico compone las sustancias dentro de las cuales existen las energías responsables de la perpetuación de las acciones químicas en el mundo.
El Éter Vital compone las sustancias a través de las cuales existe y se transmite la Fuerza Vital, y que forma una matriz para contener la Chispa Vital de un ser vivo. Todos los seres vivos contienen tanto un aura química como una vital; la primera, para el clarividente, suele ser una sutil llama roja clara. La segunda suele ser una corriente estática de luz azul y blanca.
El Éter de Luz es el éter más elevado que actúa en el mundo físico y es el medio real por el cual las virtudes programadas de los objetos descienden desde las esferas superiores de la existencia e impregnan sus correspondientes vehículos físicos. Es la propiedad de este éter lo que más nos interesa, ya que algunos de los mayores milagros de la magia se logran manipulando las virtudes que reciben los objetos y las circunstancias. Vale la pena mencionar que es a través de este Éter de Vida que el alma de un ser vivo se entrega a un cuerpo.
El Éter Reflexivo no actúa de manera tan importante sobre el mundo físico, pero de todas formas lo hace en ocasiones. Si la Biblioteca Akáshica se considera la Memoria de Dios, entonces el Éter Reflexivo sería la memoria de la Tierra. Es a través de la repetición de tales recuerdos que a menudo se crean apariciones fantasmales. Pero los éteres pueden reservarse para una conferencia posterior: mientras tanto, volvamos al tema que nos ocupa.
Como ya se ha dicho, el Éter de Luz trae virtudes de esferas superiores a ésta, y esto requiere más explicación. Hay una cadena de descendencia desde la Primera Causa, a la que algunos llaman Dios, hasta nuestro mundo físico. En la Primera Causa hay sólo una energía combinada. A medida que emana hacia fuera desde esta Primera Causa, empieza a dividirse según el Diseño Inteligente. Los iguales empiezan a atraerse, los opuestos empiezan a repelerse y en poco tiempo hay una amplia gama de diferentes combinaciones de energías que pueden llamarse sus propias unidades.
Este artículo incorpora texto de una publicación que ahora es de dominio público : Chambers, Ephraim , ed. (1728). Cyclopædia, or an Universal Dictionary of Arts and Sciences (1.ª ed.). James y John Knapton, et al. {{cite encyclopedia}}
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