Fue enviado a Roma por el arzobispo Eanbald I, y coincidió con Carlomagno en la ciudad de Parma en el año 781.
[2] En los restantes ocho años de su vida reformó la disciplina eclesiástica, organizó una escuela y fundó una biblioteca.
Destacó más como ideólogo práctico, como organizador y como pedagogo que como teólogo o filósofo.
Las obras escritas por Alcuino, que según la crítica poseen escasa originalidad, se pueden clasificar en cinco grandes categorías: A este conjunto deben agregarse la importante revisión que realizó Alcuino de los textos sagrados (Interpretationes et responsiones in Genesim, Compendium in Canticum Canticorum, Commentaria super Ecclesiastem, Commentaria in s. Iohannis Evangelium, Tractatus super tres s. Pauli ad Titum, ad Philem et ad Hebraeos Epistolas, Commentarium in Apocalypsim libri V) y su valioso Epistolario, cuya importancia hemos recalcado anteriormente.
Las cartas, las poesías y algunas otras obras han sido editadas de forma diversa.