Quiso por contraste acceder al otro física y sensorialmente, con el mayor respeto a las palabras e imágenes ajenas.
En todos sus escritos encontramos percepciones inquietantes, definitorias de un escritor que logró huir de los géneros más delimitados, pues su obra es amplia, y recorre todos los campos literarios, incluido el ensayo.
Entre sus libros destacan la novela Los inmemoriales (1907), elogiada por antropólogos e historiadores sociales; el relato En un mundo sonoro (1907); unos extraños poemas Estelas (1912) (el libro fue impreso en Pekín y definitivamente en París en 1913, aunque solo fue recuperado en Francia treinta años más tarde); y la prosa poética de Pinturas (1916).
Más tardíos han sido la versión de René Leys (Madrid, Alianza, 1978 y 2002), novela fundamental iniciada en 1910, y la de su escrito asiático El hijo del cielo (Barcelona, Seix Barral, 1983).
Destacan finalmente su Ensayo sobre el exotismo (México, FCE, 1989) y su colección de seis importantes ensayos sobre literatura, las artes y los límites de la mirada positivista: La vida cóncava (Valladolid, Cuatro, 2004).