Redemptoris Mater ( latín : Madre del Redentor ) es una encíclica del Papa Juan Pablo II pronunciada el 25 de marzo de 1987 en la Basílica de San Pedro de Roma . Subtitulado Sobre la Santísima Virgen María en la vida de la Iglesia Peregrina , el texto aborda una serie de temas de Mariología .
Redemptoris Mater , que el Papa llamó su "reflexión sobre el papel de María en el misterio de Cristo y sobre su presencia activa y ejemplar en la vida de la Iglesia" [1] fue promulgada por Juan Pablo II en relación con el año mariano declarado para 1987/88.
La encíclica comienza discutiendo el lugar especial de la Santísima Virgen María en el plan de salvación y continúa enfocándose en el papel de María en el Misterio de Cristo en la Parte I de la encíclica.
La Parte II analiza el papel de María como Madre de Dios en el centro de la Iglesia Peregrina. "La Madre de ese Hijo, por tanto, consciente de lo que le ha sido dicho en la Anunciación y en los acontecimientos posteriores, lleva en sí la "novedad" radical de la fe: el comienzo de la Nueva Alianza". [2] Esto se desarrolla más adelante en la Parte III, donde el Papa Juan Pablo II confirmó el título, Madre de la Iglesia , proclamado por el Papa Pablo VI en el Concilio Vaticano Segundo el 21 de noviembre de 1964. Esta encíclica dice:
La Parte III también trata de la Mediación Materna y del papel de la Virgen María como Mediadora . El pontífice dijo:
El Papa destaca el honor especial que la Iglesia Ortodoxa y las antiguas Iglesias de Oriente tienen sobre María, y menciona la extensa tradición artística que la representa como la Theotokos portadora de dioses ; la Odigitria , "la que muestra el camino"; y la Eleusa , o Virgen de la Ternura.
Esta encíclica refleja la influencia de las enseñanzas marianas de San Luis de Montfort en el Papa Juan Pablo II . El pontífice destacó en esta encíclica a San Luis (quien también inspiró el lema del pontífice Totus Tuus ), diciendo que:
Las semillas de esta encíclica se remontan a la declaración del Papa Juan Pablo II de que cuando era un joven seminarista "leyó y releyó muchas veces y con gran provecho espiritual" una obra de San Luis de Montfort y que: [3] [4]
En la conclusión de la encíclica el pontífice afirmó: "La Iglesia ve a la Santísima Madre de Dios en el misterio salvador de Cristo y en el propio misterio".