Mateo 15:11 es un versículo en el capítulo quince del Evangelio de Mateo en el Nuevo Testamento .
En el griego original según Westcott-Hort este versículo dice:
En la versión King James de la Biblia el texto dice:
La Nueva Versión Internacional traduce el pasaje así:
La Nueva Traducción Viviente traduce el pasaje así:
Los fariseos sostenían que, al participar de alimentos con las manos sucias, se impartía contaminación a los alimentos, y estos alimentos contaminaban el alma. Jesús refuta esto diciendo que ningún alimento, por sí mismo, puede contaminar a alguien. Los fariseos sostenían que ciertos tipos de alimentos contaminan a una persona y la hacen impura ante Dios. Así, encontramos a San Pablo, al refutar estas doctrinas, diciendo: "toda criatura de Dios es buena". Jesús parece estar afirmando que no pecamos al participar de alimentos, si lo hacemos en contra de la prohibición de Dios, como lo hizo Adán; o, como lo harían los judíos, al participar de alimentos prohibidos para ellos; o, los primeros cristianos, si hubieran violado el mandato apostólico, que les ordenaba abstenerse de la sangre (Hechos 15:20). Y así, no es lo que entra en la boca lo que contamina, sino lo que sale de ella, lo que es desobediencia y resistencia a la ley de Dios. (ver Marcos 7:20) [1] [2]
Jerónimo : “La palabra que se usa aquí para decir ‘hace al hombre común’ es peculiar de la Escritura y no es algo común en el lenguaje común. La nación judía, alardeando de ser parte de Dios, llama comunes a aquellos alimentos de los que todos los hombres participan; por ejemplo, la carne de cerdo, los mariscos, las liebres y aquellas especies de animales que no tienen pezuña hendida y rumian, y entre los peces, los que no tienen escamas. Por eso, en los Hechos de los Apóstoles leemos: Lo que Dios limpió, no lo llames tú común” (Hechos 10:15). Común, pues, en este sentido es aquello que es libre para el resto de la humanidad y, como si no fuera parte de Dios, se llama por ello inmundo”. [3]
Agustín : "Esta declaración del Señor, No lo que entra en la boca contamina al hombre, no es contraria al Antiguo Testamento. Como también habla el Apóstol, Todas las cosas son puras para los puros" (Tit. 1:15), y "Toda criatura de Dios es buena". Que los maniqueos entiendan, (1 Tim. 4:4), si pueden, que el Apóstol dijo esto de las mismas naturalezas y cualidades de las cosas; mientras que esa letra (de la ley ritual) declaró a ciertos animales inmundos, no en su naturaleza sino típicamente, para ciertas figuras que eran necesarias para un tiempo. Por lo tanto, para tomar un ejemplo en el cerdo y el cordero, por naturaleza ambos son limpios, porque naturalmente toda criatura de Dios es buena; pero en cierto sentido típico el cordero es limpio y el cerdo inmundo. Tomemos las dos palabras, 'tonto' y 'sabio', en su propia naturaleza, como sonidos o letras, ambas son puras, pero una de ellas debido al significado que se le atribuye, no por algo en su propia naturaleza. La naturaleza, por su parte, puede ser considerada impura. Y quizá lo que los cerdos son en la representación típica, entre los hombres es el tonto; y el animal, y esta palabra de dos sílabas (stultus) significan una y la misma cosa. Ese animal es considerado impuro ante la ley porque no rumia; pero esto no es su culpa, sino su naturaleza. Pero los hombres de los que este animal es el emblema son impuros por su propia culpa, no por naturaleza; escuchan con facilidad las palabras de sabiduría, pero nunca vuelven a pensar en ellas. Cualquiera que sea el beneficio que pueda oírse, evocar esto desde la región interna de la memoria a través de la dulzura del recuerdo en la boca del pensamiento, ¿qué es esto sino rumiar espiritualmente? Los que no lo hacen están representados por esta especie de animal. Tales semejanzas en el habla o en las ceremonias, que tienen un significado figurativo, conmueven de manera provechosa y agradable la mente racional; pero para los primeros, muchas de estas cosas no sólo se oían, sino que se observaban como preceptos. En efecto, en aquel tiempo era necesario profetizar no sólo con palabras, sino también con hechos, lo que más tarde se revelaría. Cuando esto se reveló por medio de Cristo y en Cristo, la fe de los gentiles no se vio sometida a la carga de las observancias, sino que la autoridad de la profecía quedó aún confirmada. Pero pregunto a los maniqueos: ¿es verdadera o falsa esta declaración del Señor, cuando dijo que el hombre no se contamina por lo que entra en su boca? Si es falsa, ¿por qué entonces su doctor Adimanto la presenta contra el Antiguo Testamento? Si es verdadera, ¿por qué, en contra de su tenor, consideran que de esa manera ellos se contaminan? [3]
Jerónimo : “El lector reflexivo puede objetar aquí y decir: Si lo que entra en la boca no contamina al hombre, ¿por qué no comemos carnes ofrecidas a los ídolos? Sepa, pues, que las carnes y toda criatura de Dios son en sí limpias; pero la invocación de los ídolos y de los demonios los vuelve impuros, al menos a aquellos que, teniendo conciencia de los ídolos, comen lo que se ofrece a los ídolos, y su conciencia, al ser débil, se contamina, como dice el Apóstol.” [3]
San Remigio : «Si alguno tiene fe, pues, en tal grado que comprende que la criatura de Dios no puede ser contaminada de ninguna manera, que coma lo que quiera, después de haber sido santificado el alimento por la palabra de Dios y por la oración, para que esta libertad no sea ofensa a los débiles, como dice el Apóstol.» [3]