Algunos especialistas consideran la especie como una subespecie mediterránea de la gaviota argéntea, y otros apuntan que es una subespecie de la gaviota del Caspio; el debate sigue abierto.Esta ave tiene una distribución esencialmente mediterránea, aunque la mayor colonia de gaviota patiamarilla está en las islas Cíes (Pontevedra, España), pues se reproduce también en el litoral atlántico y algunas de sus islas (Azores, Madeira y Canarias).Esta especie desplaza a otras gaviotas (como la de Audouin)[3] donde se establece, por su agresividad y territorialidad.[4] Tal actitud sumada a su gran adaptación a entornos antropizados, que favorecen su propagación (entornos pesqueros, basureros y núcleos urbanos),[5], deriva también en roces con los humanos.Esto ha llevado a las autoridades administrativas a desarrollar estrategias ahuyentadoras para contrarrestar la atracción provocada por la propia actividad humana, al igual que ocurre con otras especies como ratas, cucarachas, etc. Entre tales estrategias se ha probado con señuelos de sonidos de aves rapaces, altavoces de ultrasonidos, e incluso algunos ayuntamientos han contratado a cetreros para soltar halcones periódicamente (en particular Falco peregrinus por su abundancia y tolerancia al entorno urbano).