Los machos son alados, con élitros marrones, un protórax más claro y un gran punto marrón en el medio, mientras que las hembras son larviformes, ápteras y en general más grandes que los machos (hasta unos 25 mm de longitud).
Las hembras adultas son las que hacen popular a esta especie por su luz, aunque pueden producirla en menor grado en todas las etapas de su ciclo vital.
Suelen emitir luz durante unas dos horas, volviendo a esconderse hasta la siguiente noche.
Algunas larvas también pueden emitir luz, aunque dejarán de hacerlo más rápidamente que las hembras al ser perturbadas.
Una vez las hembras han atraído los machos con su luz, se aparean, ponen huevos y mueren.
El veneno tarda un tiempo en hacer efecto y la larva debe ser cuidadosa para no quedar atrapada en el moco protector que su presa pueda segregar.
La presa queda gradualmente paralizada y el fluido digestivo la va convirtiendo en un caldo marrón que la larva ya puede lamer.
Las babosas y los caracoles pueden llegar a pesar 200 veces más que la larva.