Henry de Montherlant
Su primera experiencia en el campo es un diario íntimo (que destruyó al final de su vida).Una vez hubo muerto su padre, su educación se deja en manos de su madre, quien le transmitirá el gusto por la literatura.de Henryk Sienkiewicz, obra que le da a leer, marcará el resto de su vida y le proporcionará los temas que va a abordar a lo largo de toda su obra: amistad, toros, Roma y el suicidio.Montherlant le dejó una nota a Jean-Claude Barat, quien se transformó en su heredero universal: «Me estoy volviendo ciego, yo me mato», De esta muerte voluntaria, Julien Green escribió unos días más tarde: «Habiendo inventado un personaje lleno de valentía y resplandor, [Montherlant] terminó por tomarlo para sí y lo ajustó hasta el final».Sus cenizas fueron dispersadas en Roma, sobre el Foro, entre las piedras del Templo de Portuno (o templo de la fortuna viril) y en el Tíber, por Jean-Claude Barat y Gabriel Matzneff.