Fernando Remacha Villar (15 de diciembre de 1898 - 21 de febrero de 1984) fue un compositor español , parte del Grupo de los Ocho que formó un subconjunto de la Generación del 27. [ 1]
Remacha nació en Tudela, Navarra, el 15 de diciembre de 1898. A los nueve años comenzó a estudiar violín con el maestro de capilla de la catedral de Tudela, Joaquín Castellano. En 1911, Remacha viajó a Madrid con el propósito de estudiar para ser censor jurado de cuentas , pero al mismo tiempo continuó sus estudios de música. Realizó cursos en el Conservatorio de Madrid donde aprobó en un tiempo los tres primeros cursos de solfeo , y recibió clases particulares de violín con José del Hierro. Remacha vivió en casa de su tía, Isabel Soriano, quien lo animó a estudiar armonía una vez terminados los cursos de violín. Así fue como comenzó su instrucción con Conrado del Campo , en cuyas clases conoció a Salvador Bacarisse y Julián Bautista , las personas que formaron el núcleo inicial del Grupo de Madrid junto a Remacha.
Durante su etapa estudiantil en Madrid, Remacha también tocó en la Orquesta de Revista y Zarzuela, que actuaba en el Teatro Apolo y le proporcionaba un salario de doce pesetas diarias.
De esa época datan sus primeras obras, algunas de las cuales ya revelaban un gran talento: el ballet "La maja vestida" (1919), el poema sinfónico "Alba" (1922) y "Tres piezas para piano" (1923). 1923 fue también el año en el que Remacha terminó sus estudios de composición con Conrado del Campo, y participó y ganó el Premio de Roma con una cantata y un motete para coro y orquesta, y una fuga instrumental. La beca obtenida en el concurso le permitió viajar a Roma , donde estudió con Gian Francesco Malipiero , profundizando en el conocimiento de Monteverdi y Vivaldi . De esta manera adquirió un conocimiento profundo de los recursos de los antiguos maestros, recursos que luego puso en uso en sus obras a través de un lenguaje moderno.
El Premio de Roma que le concedió la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando supuso cuatro años de estudios con alojamiento en la Accademia di San Pietro in Montorio, entonces dirigida por el pintor Eduardo Chicharro. La situación económica de la Accademia en el momento de la llegada de Remacha, en septiembre de 1923, era precaria, pero la beca se mantuvo. En la Accademia di Roma, Remacha convivió con otros becarios que figuraban entre las promesas artísticas e intelectuales de la España de aquellos años, entre ellos Fernando García Mercadal, arquitecto que años después construiría el actual edificio del Conservatorio Pablo Sarasate de Pamplona , el pintor Pablo Pascual y el dibujante Emilio Moya.
Desde el punto de vista musical, la beca exigía a los premiados la elaboración de un conjunto de obras anuales que eran valoradas por un jurado en Madrid. De esta época son obras como el motete para coro y orquesta “Quam Pulchri Sunt” (1925), la “Sinfonía a tres tiempos” (1925) o el “Homenaje a Góngora” (1927), obra esta última en la que Remacha mostraba su identificación con las ideas de la Generación del 27.
Remacha finalizó su etapa romana en 1927. En 1928 participó en el concurso para ocupar un puesto de violista en la Orquesta Sinfónica de Arbós, obteniendo el primer puesto. Complementó su labor como músico en la pequeña orquesta de Unión Radio, en la que tocaba la viola junto a su antiguo maestro y amigo Conrado del Campo.
Bacarisse le puso en contacto con Ricardo Urgoiti, que en 1929 había fundado la firma Filmofono, productora cinematográfica que alcanzó un enorme éxito con películas de corte comercial. El trabajo de Remacha en Filmofono evolucionó desde la mera sincronización de discos (en la época del cine mudo) a tareas de auténtico gestor y técnico en asuntos musicales. También compuso la música incidental de cuatro películas españolas producidas por Filmofono en la época del cine sonoro: Don Quintín el amargao ( 1935), La hija de Juan Simón ( 1935), ¿ Quién me quiere a mí? ( 1936) y Centinela alerta ( 1936). Fue precisamente este trabajo el que le puso en contacto con Luis Buñuel , que ejerció de productor y en algunos casos, como en Centinela alerta , de director. La actividad cinematográfica de Remacha estuvo también ligada a la empresa Cinematiraje Riera, dedicada a la copia de películas, que recurrió a los servicios y conocimientos de Remacha en 1932.
En una tienda de discos de la compañía de Urgoiti en la Avenida Pi y Margall de Madrid, Remacha conoció a Rafaela González, con quien se casó el 7 de octubre de 1932.
1930 fue un año importante en la carrera de Remacha como compositor, ya que marcó la presentación del Grupo de Madrid, formado con Salvador Bacarisse, Julián Bautista, Gustavo Pittaluga , Juan José Mantecón , Rosa García Ascot y los hermanos Rodolfo y Ernesto Halffter . Las obras de estos compositores comenzaron a ser apreciadas en el período marcado por el advenimiento de la República Española . Remacha recibió su primer Premio Nacional de Música en 1933 por su "Cuarteto para violín, viola, violonchelo y piano". En 1938, en plena Guerra Civil Española , recibió su segundo Premio Nacional de Música por el "Cuarteto de cuerdas", compuesto en 1924 como pieza obligatoria bajo su beca italiana. El final de la Guerra Civil encontró a Remacha y su esposa en Barcelona , y desde allí se refugiaron al otro lado de la frontera francesa. Separado de su familia, Remacha no se sentía con ánimos de permanecer en los campos de refugiados que apresuradamente había creado el gobierno francés y, en la seguridad de no haber ocupado ningún cargo político ni haber estado en el ejército, decidió partir hacia Tudela.
Aquellos años en Tudela marcaron la personalidad futura de Remacha. Poco se sabe de su carácter antes del estallido de la Guerra Civil Española y se dispone de muy pocos testimonios. Sin embargo, existen las impresiones de varias personas que conocieron a Remacha después de la Guerra, bien durante los años que vivió en Tudela o una vez instalado en Pamplona . Todas estas personas coinciden en que Fernando Remacha era una persona muy modesta y sin pretensiones. En Tudela Remacha se hizo cargo de la ferretería familiar, que todavía existe. Desde el punto de vista estrictamente intelectual, el devenir de la vida de Remacha fue uno de los más amargos de todos los músicos del Grupo de Madrid. En consecuencia, puede decirse que el suyo fue uno de los exilios más arduos tras la Guerra. Condenado a un brutal silencio cultural, Remacha tuvo que volver a empezar desde cero, es decir, tuvo que empezar de nuevo, asimilando sus circunstancias lo mejor que pudo.
Con Cartel de Fiestas (1947), obra que ganó un concurso de temática regionalista y de actualidad, se dio a conocer en Pamplona, capital de Navarra. En 1951 el Ayuntamiento de Pamplona le encargó la composición de Vísperas de San Fermín y, con la presentación de esta obra en Madrid en 1952, Remacha consiguió hacerse notar de nuevo ante la crítica musical española . A partir de ese momento su producción fue musicalmente variada, con la composición de obras tan disímiles como Concierto para guitarra y orquesta (1956) o Rapsodia de Estella (1958).
En 1957 se trasladó a Pamplona para poner en marcha el Conservatorio Pablo Sarasate, que en 1963 se construyó en la actualidad y que, bajo la dirección de Remacha, se convirtió en un referente en el panorama musical español. También en 1963 compuso la cantata "Jesucristo en la Cruz", que le valió el Tormo de Oro de la Semana Religiosa de Cuenca, sorprendiendo gratamente a la crítica musical con el concepto de esta obra. Remacha padecía una devastadora enfermedad, el mal de Parkinson , desde los años sesenta. Cuando se jubiló en 1975 ya estaba enfermo de forma precoz. En 1980 recibió por tercera vez el Premio Nacional de Música y en 1981 el Premio Pablo Iglesias. Por su parte, la Institución Príncipe de Viana organizó el Memorial Remacha, celebrando tres conciertos para promover el conocimiento de algunas de las obras del compositor. De hecho, en los últimos años de la vida de Remacha pareció que los círculos musicales querían compensarlo por el silencio en el que había quedado envuelto durante el período de posguerra.
En el último periodo de su vida se mostró siempre abierto a la vanguardia musical , aunque en general no compartiera sus criterios. Esta actitud despertó la admiración y el respeto de los compositores vanguardistas españoles más representativos de la época, una postura con la que Remacha no se sentía cómodo debido a su característica modestia y escasa autoestima.
Fernando Remacha falleció el 21 de febrero de 1984. En Tudela se celebraron solemnes funerales por el compositor antes de su entierro allí, y los días oficiales de luto fueron el 21 y el 22 de febrero.
Así, la vida de Fernando Remacha es la historia de un compositor condicionado por circunstancias que limitaron su carrera musical. La Guerra Civil Española truncó su evolución musical y su presencia en la vida musical de España. Tras la contienda, Remacha sufrió un "exilio interior" que, unido al aislamiento de España, produjo un retroceso en la estética de algunas de sus obras. La actividad de Remacha a partir de 1957 como director del Conservatorio Pablo Sarasate frenó su labor como compositor, ya que se dedicó casi por completo a la docencia. Además, el avance de su enfermedad de Parkinson hizo que compusiera muy poca música en los años setenta.
En este contexto, el retorno de Remacha a la música se produce a través de la docencia y la composición de música para piano y para los coros navarros con los que entra en contacto. De este modo, géneros musicales que Remacha apenas había abordado antes de la guerra adquieren una importancia considerable, ya que son las obras que pueden tener un impacto más inmediato. Algunas de sus obras para piano se basan en una concepción bachiana de la música. Es el caso del “Preludio y fuga en re menor” (1945), dedicado a Ricardo Urgoiti. Ciertas circunstancias anecdóticas explican el lenguaje empleado en algunas de las obras de Remacha. Por ejemplo, la “Sonatina para piano” (1945) es una obra más pacífica porque estaba destinada a ser interpretada por la hija de Urgoiti. Al mismo tiempo, a raíz de los concursos en los que participa Remacha y de los encargos que le hacen, surge en su obra un componente regionalista que no aporta nada nuevo a sus composiciones. A pesar de ello, en todas sus composiciones Remacha intentó asimilar este regionalismo con rasgos propios, como se puede observar en obras como "Cartel de Fiestas" (1946) o "Rapsodia de Estella" (1958), que no se encuentran entre las mejores piezas compuestas por Remacha. Aparte de esto, Remacha compuso una gran cantidad de música coral que puede dividirse entre composiciones originales y armonizaciones o adaptaciones.
En las obras que compone sin condicionamientos de ningún tipo, Remacha mantiene vínculos con el periodo de preguerra, desarrollando al mismo tiempo una visión expresionista muy particular. Entre los desequilibrios y elipsis que existen en su obra encontramos un denominador común que no es otro que la expresividad musical. En definitiva, su música presenta una evidente carga emocional, pero siempre con un estilo personal que surge de la reflexión profunda del compositor y no de la espontaneidad emocional. Su música no refleja la personalidad de un compositor de gran imaginación pero, paradójicamente, sí muestra un estilo personal original en la forma de tratar los elementos o las líneas inspiradas en otros compositores. Las circunstancias y la prisa que marcaron su composición se reflejan en su escaso catálogo de piezas, al que el propio Remacha se refería al recibir su Tercer Premio Nacional de Música en 1980: "Por causas ajenas a mi voluntad, soy un músico sin música. Durante años no pude componer casi nada y más tarde, al dedicarme al Conservatorio, me encontré en la misma situación". El descuido y abandono que mostraba hacia sus partituras y la poca importancia que les atribuía se reflejó también en la desilusión que Remacha sintió por la composición en los últimos años de su vida.