Pocos años después, a fines del siglo XIX, Arthur Loss describió el ciclo de vida correctamente.
Como resultado de la cópula, la hembra deposita los huevos en la luz del tubo, los cuales son expulsados al exterior con las heces.
El huevo termina por desarrollarse en el suelo húmedo hasta que eclosiona liberando una larva rabditiforme o L1.
Al cabo de varios días, esta sufre transformaciones en el suelo y se convierte en una larva filariforme o L3 el cual es la forma infectante para el ser humano.
Una vez que penetran la piel, las larvas filariformes alcanzan las vénulas superficiales y migran al torrente sanguíneo hasta el corazón.