El alfabeto greco-ibérico es una adaptación directa de una variante jónica de un alfabeto griego a las particularidades de la lengua ibérica , por lo que esta escritura es un alfabeto y carece de la característica distintiva de las escrituras paleohispánicas que presentan signos con valor silábico, para las oclusivas y signos con valor monofonémico para el resto de consonantes y vocales .
Las inscripciones que utilizan el alfabeto greco-ibérico se han encontrado principalmente en Alicante y Murcia y el sentido de la escritura es de izquierda a derecha, o sinistroverso. El número de inscripciones greco-ibéricas conocidas es reducido: menos de dos docenas de inscripciones cerámicas y una docena de placas de plomo , entre ellas la placa de plomo de La Serreta ( Alcoy , Alicante ) y la placa de plomo de El Cigarralejo (Mula, Murcia ). El contexto arqueológico de las inscripciones greco-ibéricas parece concentrarse en el siglo IV a.C., pero las características paleográficas del modelo indican que la adaptación puede datar del siglo V a.C.
El alfabeto greco-ibérico contiene 16 signos idénticos a los griegos, excepto el signo correspondiente a la segunda consonante rótica : cinco vocales , tres oclusivas sonoras ( labial , dental y velar ), pero solo dos oclusivas sordas (dental y velar), dos sibilantes , dos róticas , una lateral y solo un signo nasal . Para representar la segunda rótica, rho recibe un trazo adicional. Eta se usa en lugar de épsilon para representar /e/. La única letra que no se encuentra en la variante moderna del alfabeto griego es sampi .
Las formas de las letras son petroglíficas ya que la superficie de escritura (cerámica, piedra, plomo) presenta glifos angulares con líneas rectas.