Además fue ingeniero en la corte del duque de Urbino Federico III da Montefeltro.
Entre 1445 y 1446 trabajó en el taller de Fra Filippo Lippi (1406 – 1469) en Florencia, donde maduró su estilo.
A partir de ellas podemos deducir el gran interés que sintió el artista por las perspectivas arquitectónicas, que representó frecuentemente en sus tablas, a veces de manera extravagante pero siempre bien calculada.
Durante muchos años se agrupó bajo la atribución a un desconocido Maestro de los Paneles Barberini a un grupo de obras en las cuales era posible reconocer una autoría común.
Los expertos han llegado a la conclusión de que este artista anónimo puede ser identificado con bastante seguridad como el monje Fra Bartolomeo Corradini.