En 895 su padre le concedió el trono de Lotaringia, que gobernó hasta su asesinato.
Tras su muerte, la Iglesia católica le veneró como santo y mártir.
El primer acto del nuevo príncipe fue juntarse con su primo el rey Carlos el Simple y asediar la ciudad de Laon, favorable al rey Eudes u Odón de Francia.
Su padre Arnulfo hizo todo lo posible para reconciliar a su hijo con algunos de estos grandes señores, pero en vano.
[2] Tras su muerte le sucedió su hermanastro Luis el Niño.