[3] Hasta la edad de 15 años trabajó duro junto a sus hermanos.
Zoila tuvo una vida dura, sacó adelante a sus hijos,[3] lavando ropa ajena.
El baile le encantaba debido a que se sentía feliz y podía, de esa manera, transmitir sentimientos, tradiciones y equidad para las luchas sociales de su pueblo (como el racismo).
Llegó a otras latitudes con su baile y puso el nombre del Ecuador en alto con su talento.
[5] Contaba Zoila que la Bomba ecuatoriana propiamente no se baila con la botella en la cabeza.