Entró en el alto mando del Partido Comunista en Guangdong en 1951 e introdujo muchas reformas agrarias de éxito.
Tras seis meses como vice primer ministro, fue elegido primer ministro en 1980 para reemplazar a Hua Guofeng, el sucesor designado por Mao Zedong, que había sido expulsado del poder por Deng Xiaoping.
Zhao consideraba la reforma política «la prueba más grande a la que se enfrenta el socialismo».
En 1986 fue el primer alto cargo del Partido que hizo un llamamiento al cambio, ofreciendo la posibilidad de ascender al Comité Central a los candidatos electos de los pueblos y ciudades.
En Sichan, donde emprendió la reestructuración económica en la década de 1970, hay un dicho: «要吃粮,找紫阳 (yào chī liǎng, zhǎo Zǐyàng)».
Este juego de palabras, difícilmente traducible, significa «si quieres comer, busca a [Zhao] Ziyang» (en mandarín, el verbo ‘buscar’, zhǎo, se pronuncia de manera muy similar al apellido Zhào).
En enero de 1987, Deng forzó al líder reformista Hu Yaobang a dimitir por ser demasiado permisivo con las protestas estudiantiles; Zhao le relevaría como Secretario General del Partido Comunista, mientras que el cargo de primer ministro pasaba a Li Peng.
Zhao propuso separar los papeles del Partido y el Estado, una propuesta que desde entonces ha sido un tabú.
Esto precipitó un debate político, que se fue calentando durante el verano de 1988 a 1989.
La línea dura del partido llegó a la conclusión opuesta, considerando que las reformas aceleradas habían causado el ambiente de confusión y frustración entre los estudiantes.
Para cuando Zhao volvió a Pekín, los líderes comunistas Deng Xiaoping, Yang Shangkun y Li Peng estaban acabando sus planes para declarar la ley marcial y aplastar las protestas democráticas de la Plaza de Tiananmén.
En la noche del 18 de mayo, Zhao fue convocado a la casa de Deng en Zhongnanhai y un apresurado Comité Permanente del Buró Político declaró la ley marcial, siendo Zhao el único en disentir.
Usando un megáfono suplicó que abandonasen la plaza diciendo «He llegado demasiado tarde.
Otros creen que apoyó a los manifestantes, pero no quería verles dañados cuando se llamó al ejército.
Tras la masacre, Zhao sufrió arresto domiciliario y fue relevado en la secretaría general del Partido por Jiang Zemin, que había sofocado protestas similares en Shanghái sin necesidad de recurrir a la fuerza.
Zhao permaneció bajo estricta supervisión y se le permitió abandonar su finca o recibir visitas sólo con el permiso de los más altos dignatarios del Partido.
En Hong Kong, entre 10.000 y 15.000 personas asistieron a la vigilia en recuerdo de Zhao.
Esta declaración causó una tormenta política en Hong Kong que continuó durante tres días tras su discurso.
Szeto Wah, el presidente de la Asociación de Hong Kong en Apoyo a los Movimientos Democráticos Patrióticos en China, dijo que los comunistas no tenían derecho a reprimir el memorial.
El alto cargo más importante que asistió al acto fue Jia Qinglin, cuarto en la jerarquía del partido.
Sus cenizas se llevaron a su casa en Pekín, pues el Gobierno le denegó un lugar en Babaoshan.
El gobierno chino accedió a celebrar una ceremonia para honrar al último presidente del Partido Comunista, pero acabó siendo demasiado corto como para satisfacer las peticiones.
Contrariamente a lo que se pensaba hasta ahora -que la decisión de enviar el Ejército para aplastar las protestas fue consecuencia del resultado de tres a dos votos en una consulta del Comité Permanente del Politburó-, Zhao asegura que no hubo tal votación y que Deng dio la orden, influido por Li Peng.
"Como Zhao reconoce, sin el apoyo de Deng nunca habría sido posible llevarlas a cabo.