Durante su corto reinado (1676-1682), la influencia cultural polaca en el Kremlin alcanzó su ápice.
Sabía polaco e incluso poseía un inusual conocimiento del latín, pero estaba horriblemente desfigurado y aquejado de parálisis en la mitad de su cuerpo por una misteriosa enfermedad (se cree que escorbuto), quedó irremediablemente inválido.
Pasó gran parte de su tiempo en compañía de jóvenes nobles como Yazýkov y Lijachov, quienes más tarde introducirían en la corte rusa el idioma, los vestidos y las ceremonias polacas.
La principal diferencia entre las reformas teodorianas y petrianas, fue que mientras las reformas del primero estaban enfocadas, aunque no exclusivamente, al beneficio de la Iglesia, las del zar Pedro I tuvieron por objeto el Estado.
Sin embargo, la reforma más notable llevada a cabo por Teodoro III, aconsejado por Vasili Golitsin, fue la abolición del méstnichestvo que había paralizado la vida administrativa, civil y militar en torno a la ciudad de Moscú.