Händel fusiona en sus obras diversas tendencias musicales vigentes en la época, como la tradición contrapuntística alemana, el estilo operístico procedente de Italia y su propio gusto, más tendente a la homofonía que triunfará posteriormente con el Clasicismo, y que hará de él uno de los compositores más admirados por figuras como Beethoven.
[2] Como se ha señalado más arriba, la obra se divide en dos partes, Worthy is the Lamb that was slain, es decir, las aclamaciones de los ancianos del Apocalipsis a Dios, y el Amén que, además de corresponder en el texto bíblico, sirve de oportuno cierre a todo el oratorio, tal y como correspondería a una oración o un acto litúrgico.
Ambas partes, concebidas como obras diferentes, están a la vez unidas musical y formalmente.
Worthy is the Lamb that was slain comienza con un potente unísono de todas las voces y la orquesta, que interpretan la misma melodía en estilo homofónico.
Tras dos solos de la orquesta intercalados con el coro, ambas partes, orquesta y voces, se unen hasta el final, que recuerda por su rotunda sonoridad al célebre Aleluya.