Estuvo una semana detenido en la cárcel de Lautaro, donde fue sometido a múltiples interrogatorios.
Su cuerpo torturado y baleado, pero sin heridas mortales, flotó 200 metros en un canal logrando sobrevivir.
[4] Gracias a gestiones realizadas por Monseñor Bernardino Piñera consiguió la protección del Obispado y logró exiliarse en Argentina, residiendo en la parroquia de Neuquén.
[5] Desde estos sucesos, comenzó a fabricar jesucristos tallando raíces de árboles.
[6] Se secularizó, tuvo dos hijos y en julio de 2010 falleció alejado del clero.