Participó en las guerras de Italia, donde ganó prestigio como militar llegando a ser funcionario real.
Luego, fue enviado a América, donde desempeñó cargos políticos en Cuba.
Tras finalizar su mandato fue designado por el rey como virrey del Río de la Plata en 1789.
En 1794 consiguió que se instalara el Consulado Real, que funcionaba a modo de tribunal comercial, con el fin de evitar el contrabando y otras prácticas ilegales.
Tras dimitir en 1795 regresó a España, donde fue nombrado Capitán General de Valencia, cargo que ocupó hasta su muerte en 1802.