En la parte inferior se representa el mundo terrenal y en la superior, el celestial.
La zona inferior está presidida por Santo Domingo, ataviado con el hábito de la orden, barbado y tonsurado.
Todos ellos contemplan asombrados la visión celestial de la Virgen María con el Niño.
Existen varias interpretaciones acerca del significado de esta obra.
Sin embargo, Juan Antonio Sánchez interpreta el lienzo como una evocación del texto eclesiástico de la doctrina inmaculadista.