Villa Winter

Posee una extraña distribución, con gruesas paredes, puertas tapiadas, túneles e incluso un búnker.

[2]​ La villa fue renovada en 1985 y probablemente esperaban hacer de ella un restaurante o un hotel, algo que aún resulta dudoso.

En 1997 la casa fue adquirida por la empresa Lopesan, aunque su propiedad no es reconocida por su inquilino, Pedro Fumero.

Esta leyenda se mezcla con otras tan inverosímiles, como que pudo ser disfrutada para fiestas por oficiales nazis durante la guerra (realmente, la casa nunca llegó a acabarse durante el conflicto) o que (lo cual sería incluso más razonable) podría haber servido como morada de algún alto dignatario alemán huido tras la contienda, al amparo del cobijo que le dispensarían los militares españoles, aún bastante cercanos a los regímenes totalitarios de la época.

En su novela El contenido del silencio (2011), Lucía Etxebarria relata la presunta historia de la casa Winter.

Una fachada del inmueble.
La villa Winter vista desde arriba.