El viento aparente es el viento que nota un observador que está en un objeto en movimiento (coche, bicicleta, barco, avión...).
El viento relativo asociado con un objeto en movimiento tiene una velocidad igual a la velocidad de desplazamiento del objeto y una dirección opuesta a la seguida por el objeto.
La velocidad del viento de frente con el aire en calma es inversa a la velocidad del objeto, por lo tanto el viento aparente también se puede definir como una resta de vectores: Velocidad del viento menos la Velocidad del objeto[2] Supongamos que se está montando una bicicleta en un día cuando no hay viento.
Aunque la velocidad del viento es cero (no se siente la brisa estando parado), se sentirá una brisa sobre la bicicleta debido al hecho de que ésta se está moviendo a través del aire.
La velocidad del viento aparente no sólo difiere de la del viento real en magnitud, sino también en la dirección.
En estos ejemplos sencillos, el movimiento es paralelo al viento real, lo que hace que sea fácil de calcular el viento aparente.
Cuando el movimiento no es paralelo al viento, se deben utilizar vectores y trigonometría para calcular este viento aparente.
Se le llama viento aparente, ya que es el que nota el marinero en el barco en movimiento.
En terminología náutica, las propiedades del viento aparente se expresan normalmente por su velocidad en nudos y su ángulo relativo a la crujía en grados.
[1] El viento relativo en un barco es generado por la velocidad de desplazamiento del mismo.
En las zonas de corrientes fuertes o vientos débiles, este último componente puede cambiar significativamente el viento aparente y se debe revisar periódicamente el ajuste de las velas respecto el rumbo real ya que se puede ver afectado por los cambios graduales de la velocidad y dirección de la corriente.
) se puede deducir de la velocidad medida de la embarcación y el ángulo del viento utilizando el coseno inverso en grados (
: medidos con una veleta/anemómetro), la velocidad y dirección del viento real se pueden calcular con:
Un avión para mantenerse en el aire debe alcanzar una velocidad mínima que se determina por sus características aerodinámicas.
Para lograr esta velocidad en el despegue en los aeropuertos, los pilotos y controladores aéreos intentan, en la medida de lo posible, posicionar la aeronave contra el viento.
El viento aparente percibido por el aparato, es decir su velocidad en el aire, será determinada entonces por la suma de la velocidad del aparato con respecto al suelo (viento generado frontal), más el viento verdadero.
El aterrizaje contra el viento permite aumentar el aguante cuando la velocidad respecto al suelo disminuye.
Un portaaviones, en el momento del despegue de sus aviones, se pone proa al viento y navega a la máxima velocidad (los portaaviones están diseñados para alcanzar velocidades de hasta 35 nudos para este fin).
El viento aparente que percibe el avión es entonces la suma del viento creado por su propia velocidad sobre la cubierta, más la velocidad del barco, más la velocidad del viento real.