Poco después, enlazado con esta vía, se creó el paseo de Verdún.
A pesar de encontrarse separados por campos y torrentes, y difícilmente comunicados por caminos polvorientos, que se enfangaban cuando llovía, entre todos ellos existía un sentimiento común de barriada.
Uno de los polígonos se edificó en Can Clos y el otro en Verdún.
El polígono de Verdún, bautizado popularmente como las Viviendas del Gobernador, fue levantado entre las actuales calles Almansa, Viladrosa, Mas Duran, Góngora, Batllori y Vía Favencia, en unos terrenos, cedidos por la marquesa Ana María de Mundet, que por entonces eran campos y cultivos.
El vecindario sufrió una progresiva degradación durante décadas, agravada por la presencia de toxicómanos.
( El monumento "La República" no está en la Vía Julia ----> La República (Homenaje a Pi i Margall) En 1952 se construyeron 900 viviendas de 20 m² cada una para alojar provisionalmente barraquistas de Barcelona.
Las "Viviendas del Gobernador", como se denominó a este conjunto de casas, fueron privatizadas obligatoriamente en los años 60 para evitar costes de mantenimiento y conflictos sociales.
Los más veteranos del barrio todavía recuerdan con temor el nombre de un tal Cañete.
A la inauguración acudieron obispos, militares uniformados, fascistas de la época, banderas españolas y mucho público con el Gobernador militar y el Alcalde al frente de la comitiva.
Con mucha solemnidad inauguraban las viviendas provisionales, que han durado más de cincuenta años.
Las casas se hicieron muy deprisa, y los materiales de bajísima calidad.
Por ejemplo, se empleó cemento aluminoso, cuando hacía más de 10 años que permanecía prohibido en Francia.
El lavadero consistía en un porche con cuatro grandes bases de agua, dos para enjabonar y otras dos para enjuagar.
Había guarda campos, pagados por estos propietarios, para mantener a ralla a los nuevos vecinos de las casas del Gobernador, ya que los consideraban como intrusos.
Había que callar y decir "sí, señor" a estos guarda campos, ya que si llevaban cualquier queja al jefe de la vigilancia de las Viviendas del Gobernador, nos dejaban sin vivienda, nos echaban a la calle junto con nuestra familia".
Y si alguno tenía un aparato de radio había que apagar la luz para no fundir los fusibles.
La cuarta losa es un peculiar equipamiento deportivo que lleva al límite las posibilidades del cemento en la actual civilización urbana.