Según este principio, todo acto por el que una persona directa o indirectamente apoye la muerte o el daño se ve como violencia (himsa) y consecuentemente crea un karma dañino.
[1] La intensidad con la que se lleva a la práctica esta intención varía ampliamente entre hindúes, budistas y jainas.
Estos últimos, consideran que la no violencia es el deber religioso más básico para cualquier persona, como se refleja en la frase: ahimsa paramo dharma («no violencia es el deber supremo») escrita frecuentemente en templos jainas.
Si bien comparten este objetivo con budistas e hindúes, su particular cuidado en llevar a cabo la no violencia en las actividades diarias y especialmente en la comida se convierte en una seña de identidad para el jainismo.
[19] Parshva, un líder jaina (Tirthankar) considerado por historiadores occidentales como figura histórica[20] había fundado una comunidad a la que pertenecían los padres de Majavirá.