[3] En 2012, después de que Argentina adoptara una ley que permite el cambio de estado civil bajo simple declaración, Karen y Vanesa Campos se fueron a Buenos Aires.
[2] Sin embargo, en Argentina, la policía es especialmente cruel hacia las personas trans.
Según una colocataria, «ella nunca se sonrojaba cuando le preguntaban en qué trabajaba».
[3] Recibió una orden de abandonar el territorio francés pero hubiera podido ser regularizada por razones médicas.
[5] Una amiga la describe como «una bocona que no le tenía miedo a nada».
[2][7] Vanesa Campos alertó a la policía un día que estaban haciendo una ronda pero por falta de pruebas, no reaccionaron:[2][5] «Siempre era la misma historia.
Por más que diéramos detalles en nuestras descripciones, la policía no nos hacía caso.
[3] Testimonios muestran que efectivamente, los policías burlan y humillan a las prostitutas trans indocumentadas en lugar de ayudarlas.
Vanesa Campos se encontró sola frente a ellos y pidió auxilio gritando «¡Chicas todas!».
[3][7] Los bomberos que llegaron treinta minutos después, no lograron reanimarla.
[15] Una fuente policial declaró al Parisien que la víctima «no debió» intervenir para defender a su cliente.
[29][30] La prensa extranjera empezó a difundir el caso anunciando la detención de varios sospechosos.
[40][41][42][43][35] Un testigo anónimo denunció al jefe de la banda a los investigadores quienes interceptaron sus conversaciones.
Ese hombre de 25 años fue detenido en su domicilio y llevado a la cárcel junto con otros cinco sospechosos.
[21][17][53][26] Según los y las trabajadores/as sexuales, las consecuencias de la ley son muchas y muy nefastas: las prostitutas se ven obligadas a aceptar clientes con prácticas arriesgadas a las cuales se negaban antes.
También tienen que esconderse para mantener el anonimato de sus clientes, lo cual las hace más vulnerables.