A pesar de que se tiene noticia de que su autora escribió con éxito numerosas comedias, sólo ésta y El conde Partinuplés se conservan en la actualidad.En la Biblioteca Pública de Nueva York conservan una, y otra fue editada en Sevilla.Por sus especiales características, y por el hecho de haber sido escrita por una mujer, se ha generado debate en el ámbito académico acerca de si Valor, agravio y mujer puede ser considerada una obra feminista.En su afán por restituir su honor, que consiste en que don Juan acabe casándose con ella, no duda en travestirse (un recurso habitual de la época)[3] y, de este modo, enfrentarse a los hombres, a quienes vence en el amor, en la astucia y en las armas.Un tigre, un rinoceronte, un cocodrilo, un caimán, un Polifemo ciclope, un ánima condenada y un diablo, —Dios me perdone— te ha de llevar.La conversación entre los graciosos permite a la autora introducir la reflexión metateatral en su obra.[3] Al horror de Tomillo porque haya «mujeres poetas», Ribete responde:A medias enterado de que Leonor está urdiendo un plan para recuperar su honra, exclama:Incluso Tomillo, cuyas intenciones y valor merecen el siguiente aparte de Ribete: «(Éste es el bufón que a Flora / imagina desflorar.)» (1145-1146) acaba siendo engañado por la criada, que lo duerme con una bebida de chocolate y lo roba (2364-2480).Esta resolución es presentada al público como absurda, ridícula, y finalmente no se consuma.La muchacha [casadera] debe aprender «juntamente letras, hilar y labrar, que son ejercicios muy honestos (…) y muy útiles a la conservación de la hacienda y honestidad, que debe ser el principal cuidado de las mujeres», porque «si la mujer no sabe hacer lo que es necesario a su casa, no me agrada, aunque sea princesa o reina».