Los patógenos para las vacunas inactivadas se cultivan en condiciones controladas y se eliminan como un medio para reducir la infectividad (virulencia) y así prevenir la infección mediante la vacuna.
[1] El virus se mata utilizando un método como el calor o el formaldehído.
Debido a que los virus inactivados tienden a producir una respuesta más débil por parte del sistema inmune que los virus vivos, se pueden requerir adyuvantes inmunológicos y múltiples inyecciones de "refuerzo" para proporcionar una respuesta inmune efectiva contra el patógeno inactivado.
Las partículas patógenas se destruyen y no se pueden dividir, pero los patógenos mantienen parte de su integridad para que el sistema inmunitario los reconozca y provoque una respuesta inmunitaria adaptativa.
Debido a que los patógenos muertos en una vacuna producida adecuadamente no se reproducen, se requieren inyecciones de refuerzo periódicamente para reforzar la respuesta inmune.