[2] Los últimos treinta y tres años de su vida se desarrollaron en la marginalidad; mundo que el escritor conoció a plenitud y que nutrió toda su obra literaria, además de sus investigaciones en torno al coba y la germanía del hampa boliviana (1981).
Viscarra rompe el código de silencio establecido por ese círculo y denuncia no solo las injusticias sociales de las que son víctimas, sino también las situaciones que se viven dentro del mismo, las cuales no siempre son justas, sanas o siquiera humanas.
Historias, todas inmersas en su obra y, aunque contradictorias, todas y cada una encuentran un sentido claro, incluso lógico, dentro del contexto en que se originan.
Viscarra no obedece las reglas de la literatura formal, pero su narrativa es tan intrigante y atractiva que parece obedecer al deseo primario y de la primera literatura conocida: la necesidad de escribir sobre lo que el autor pretende expresar sin convertirlo en cuento, novela, ciencia ficción, filosofía o autobiografía.
Esto convierte su obra en una visión personal y descriptiva de ese "submundo", haciendo de él mismo, en un ente complejo y objeto de un meticuloso análisis psicológico, que refleja traumas, deseos, esperanzas, motivos, gustos, sentimientos, etc.