Durante la Segunda Guerra Mundial, cuando su casa y su escuela en Essen fueron destruidas por los bombardeos de la aviación aliada, su madre, Hilda Heinemann, le pidió al famoso teólogo protestante Rudolf Bultmann (del que había sido alumna durante años) si podía albergar en su casa a su hija.
No obstante, ella se sigue considerando a sí misma como cristiana y fiel seguidora de Cristo en su doctrina de amor al prójimo y en su pacifismo.
Invitación a la duda», en la que reflexiona críticamente con el mismo rigor científico (e invita a la reflexión) sobre los puntos claves de la doctrina de la Iglesia católica en conflicto con la modernidad.
Apoyó los movimientos por la abolición de las armas nucleares y por la prohibición el uso del napalm.
En esta nueva versión ya no se limita a las preguntas esenciales de la duda en la fe, sino expresa su “despedida del cristianismo tradicional”.
Que Dios exista en tres personas, es fruto de imaginación humana.
Dios hizo la tierra y el cielo, el infierno es un invento del hombre.