La práctica se considera como una forma de fetichismo sexual o voyeurismo y es similar en naturaleza al downblouse.
En la "sociedad cortés", admirar la falda de una dama se consideraba descortés o grosero.
En una sociedad menos educada, admirar la falda de una dama, levantarla o exponer su ropa interior era considerado obsceno.
Un comentarista en la década de 1960 afirmó: "En los países europeos prohíben las minifaldas en las calles y dicen que son una invitación a la violación…".
En Australia se han aprobado leyes para castigar la práctica del upskirt en lugares públicos y sin consentimiento.