[3] Oficialmente, para ser turbo es necesario pertenecer a alguna hermandad y, aunque no está prohibido a las mujeres participar en las procesiones en modo alguno, su incorporación a la procesión como turbas y banceras (es decir, portando los pasos a hombros) ha sido muy escasa hasta ahora,[4] a pesar de que en la década de los años 70 las mujeres tomaron un papel muy activo en esta procesión, la cual contaba con escasa participación popular, impulsándola de manera importante.El término procesión de los borrachos, a menudo utilizado entre personas no originarias de Cuenca para referirse a la procesión Camino del Calvario, es considerado peyorativo e injustificado por los conquenses.Otro hecho a menudo relacionado con Las Turbas se refiere al motín del Tío Corujo, que fue una revuelta popular acaecida en la ciudad de Cuenca en el año 1766, ocasionada por la subida del precio del pan, [7] en la que la población se atavió con túnicas, tambores, clarines y otros objetos religiosos procedentes de la ya desaparecida Iglesia de San Roque y salió a la calle creando un gran estruendo para hacerse oír y manifestar su disconformidad con el aumento en el precio de ese alimento.También es posible que Las Turbas deriven de las antiguas protestas de los nazarenos pertenecientes a las clases sociales más bajas que, al tener prohibido desfilar en la procesión del Viernes Santo, hacían sonar tambores y clarines para reivindicar su derecho a formar parte de dicha procesión.No obstante lo anterior, la procesión Camino del Calvario es el resultado de siglos de devoción popular y tradición y sobre ella se han llevado a cabo diversos estudios que continúan en la actualidad.[9] Los tres primeros pasos fueron creados por el escultor Luis Marco Pérez, El Encuentro es obra del también conquense Vicente Marín Morte[10] y La Soledad de San Agustín es original de Federico Coullaut-Valera.La procesión Camino del Calvario termina en el punto de inicio, la iglesia de El Salvador, a partir del mediodía generalmente, entre el cansancio y la tristeza de los miles de participantes en la misma que, en un último esfuerzo tocando sus tambores y clarines y portando los pasos, y no sin antes volver a bailar a San Juan y haciendo un nuevo silencio total al recibir los pasos de El Encuentro y La Soledad, tendrán que esperar un año para volver a vivir esas emociones únicas.
Las turbas. Cuenca, madrugada de Viernes Santo. (197?)