En los últimos tiempos del gobierno romano, San Severino visitó la ciudad y la rescató de los bárbaros.
La ciudad floreció como centro comercial, pero a partir del siglo XIV las invasiones turcas, las inundaciones y la Guerra de los Treinta Años la afectaron severamente.
Desde el siglo XV continuó su declive hasta convertirse en un pequeño pueblo agrícola, debido a la reubicación de las rutas comerciales.
Recién experimentó un nuevo auge en la década de 1870, con la construcción del ferrocarril Franz Josef y un puente sobre el Danubio.
La administración de la ciudad ha llevado una amplia reforma del tráfico urbano, sustituyendo los semáforos por rotondas para mejorar la seguridad vial.