Trinidad González

Ella nunca fue primera dama pues murió casi una década antes de que su marido ocupase la presidencia.

Trinidad estaba colmada de grandes virtudes, mismas que enamoraron a un joven poblano, ocho años mayor que ella, el comerciante Juan N. Méndez.

La unión no fue bien recibida por la familia de su esposo, por lo que Méndez tuvo que trabajar arduamente por su propia cuenta sin el apoyo de su padre para sostener a su recién formada familia; desempeñándose como platero.

Gracias a la intervención de sus amistades, hubo la reconciliación entre su esposo y su suegro José Mariano Méndez; quien le dio un pequeño capital que el joven Juan empleó inteligentemente, logrando establecer una próspera casa comercial, además de comercializar con la vainilla y la plata.

Su fallecimiento fue un duro golpe para Juan N. Méndez, quien queda abatido y con profunda tristeza.