Ambas partes acordaron no firmar ningún tratado de paz por separado con el sultán del Imperio otomano.
En virtud de este tratado, Rusia ingresó en la coalición antiturca, que incluía a Polonia, al Sacro Imperio Romano Germánico y a Venecia.
Por añadidura, Rusia prometió organizar una campaña militar contra el Kanato de Crimea.
Marca el punto de inflexión en las relaciones ruso-polacas y desempeña un importante papel en la lucha de los pueblos europeos orientales contra la agresión turco-tártara.
Paralelamente, facilita la lucha de Rusia contra Suecia por el acceso al mar Báltico, acceso que el Imperio ruso obtuvo como resultado de la Gran Guerra del Norte.