[3] La mayor difusión la tuvo durante la segunda mitad del siglo XIX.
Las pinturas al óleo sobre tela reciben habitualmente un soporte adicional, o se transfieren a una nueva base.
El proceso está descrito por Henry Mogford en su Manual para la Preservación de Cuadros.
Una vez secada la imprimación, se quitaba el papel y la muselina con cuidado.
[5] En Alemania y Austria fue usual utilizar una transferencia menos radical, en la que se conservaba una capa delgada de la madera original, que se pegaba a un nuevo tablero.