Todas las personas a bordo eran oriundas de la localidad de Concepción (Tucumán) y habían realizado durante esa jornada una visita y procesión a la Virgen del Valle, en la capital catamarqueña.
El colectivo era operado por Juan José Soberon y fue quién dio el alarma: "!Agárrense, que me quedé sin frenos!
La primera recayó sobre el dueño del colectivo siniestrado, Raúl Oyola, que fue acusado por homicidio culposo y cohecho, ya que el colectivo no cumplía con ninguna norma de seguridad y no estaba habilitado para circular.
Se habría visto obligado a utilizar ese recurso porque la unidad carecía de los permisos reglamentarios y de seguro, y no había sido sometida a control técnico.
[5][6] La causa por la tragedia fue elevado a juicio oral y público en Tucumán, pero no hubo ninguna sentencia hacia los imputados.