La Colonia ya tenía una población inserta en estas funciones, entre ellas la esclavitud negra, abolida en 1826, pero el fenómeno se masificó con el siglo XIX.
Desde el siglo XX, el servicio doméstico ha sido una de las principales actividades asalariadas ejercidas por mujeres, grupo al que se le han reconocido distintas características socioculturales.
Existieron sin embargo instituciones que se preocuparon de su educación, protección y colocación laboral, como las Hijas de María Inmaculada para el servicio doméstico, una congregación española que llegó a Chile en 1913.
Sin embargo, se generó un discurso sobre una «crisis de la domesticidad» en la década de 1910, dando cuenta las modificaciones que el servicio doméstico comenzó a vivir a comienzos del siglo XX.
Frente a las desigualdades laborales que eran denunciadas por la clase trabajadora, ellas sintieron la necesidad de conformar un colectivo tendiente a promover mejores condiciones de trabajo, mejorar los sueldos, los contratos, definir la jornada laboral y obtener seguridad social, todos asuntos que permitirían una mayor valoración social de su actividad y su reconocimiento legal.