El objetivo era fortalecer “la raza” mediante la crianza de futuros trabajadores productivos, que estuvieran respaldados por la legislación laboral y protegidos de vicios y enfermedades.
Según con esta visión, las madres no contaban con el conocimiento suficiente para hacerlo por sí solas, por lo que se requería la intervención de médicos y profesionales de la salud social, entregando asesoramiento especializado sobre la crianza, implementando políticas modernas y promoviendo practicas basadas en los avances científicos para garantizar el bienestar infantil.
Su éxito propició su expansión en Santiago y el resto de Chile, lo que hizo necesario contar con personal médico, como enfermeras y visitadoras sociales.
En términos administrativos, cada Gota de Leche contaba con directores y colaboradores voluntarios, personal médico, enfermeras y visitadoras sociales, entre otros funcionarios.
Las visitadoras seguían diversas directrices, proporcionando orientación a las madres sobre la alimentación del niño, ya fuera natural, mixta o artificial.
Su función principal es mejorar los aspectos sociales, morales y económicos del entorno de cada niño inscrito, actuando como representantes del médico en los hogares y siendo plenamente conscientes de la responsabilidad inherente a su rol.