Las torres para la zona marítima del Estrecho tuvieron una especial importancia por la cercanía a las costas de África.
La torre de Meca, por su parte, se erigió siglos más tarde, en 1820,[3] para complementar a aquellas.
Se trata de una habitación circular cubierta por una bóveda semiesférica que presenta un óculo en su clave y un vano cuadrangular en sus riñones.
Esta estancia se halla dividida en dos plantas por un forjado de madera, realizándose la comunicación entre ambas mediante una escalera portátil, la misma que se emplearía para pasar a la garita.
La torre cuenta con siete tragaluces organizados en dos niveles para iluminar las dos plantas de la estancia.