La grabación del disco estuvo marcada por la hostil relación entre George Lynch y Don Dokken, que obligó al productor Tom Werman a establecer un horario en el estudio para evitar la presencia conjunta del guitarrista y el vocalista.
[2] Pero como en los Estados Unidos no se había publicado aún, sus conciertos en ese país estaban limitados solo a los clubes nocturnos de Los Ángeles.
[2] Para contrarrestar esa situación, la banda firmó con la agencia de representantes Q Prime Inc.
de Cliff Burnstein y Peter Mensch, quienes les consiguieron un contrato con la discográfica estadounidense Elektra.
[5] No obstante, gracias a la gestión de Q Prime Inc., la discográfica les permitió grabar una nueva producción para 1984.
[1] Por ese mismo tiempo la agrupación pasaba por una crisis interna; Juan Croucier había renunciado para unirse a Ratt,[3] mientras que George Lynch en más de una ocasión dejó la banda debido a la hostil relación de trabajo con Don Dokken.
[5][6] Al final, Lynch regresó a Dokken una vez que Breaking the Chains fue publicado en los Estados Unidos en 1983.
[8] Por su parte, durante esa etapa creativa se excluyó a Don Dokken, que por cuenta propia trabajó en otras canciones y letras.
[15] Preocupado por la situación, el cantante les pidió a los ejecutivos del sello que aceptaran la ayuda de Wagener.
[20][21][22] En 2013, el crítico canadiense Martin Popoff realizó un exhaustivo análisis al disco y mencionó que es la transición del primer álbum, influenciado por la Nueva ola del heavy metal británico, hacia un tipo de música más melódica y popera, similar al glam metal que dominaría la escena de Los Ángeles en los siguientes años.
[24][25] Por su parte, en 2014 Don Dokken afirmó que con Tooth and Nail la banda adoptó el sonido glam para tener una mayor radiodifusión en los Estados Unidos y porque era un estilo más adecuado para sus limitaciones vocales.
[34] Tooth and Nail recibió mayoritariamente críticas positivas por parte de la prensa especializada.
Stephen Thomas Erlewine del sitio web Allmusic destacó la labor del guitarrista George Lynch; «(...) no hay un ningún solo [de guitarra] en el álbum que no valga la pena escuchar» y también apreció la voz de Don Dokken «(...) tiene suficientes habilidades para hacer que el material cliché suene convincente».