Tomás Villén Roldán

Muy joven se afilió a la UGT donde ocupó diversos cargos directivos.

En la Sierra de Jaén formó una guerrilla y una tupida red de enlaces.

Sus golpes económicos, el buen trato que dispensó a las víctimas de sus secuestros, su gran movilidad, su habilidad para esquivar las celadas tendidas por la Guardia Civil para su captura, su persistencia en la constitución clandestina del partido comunista y el gran número de enlaces y colaboradores que perdieron la vida a manos del Instituto Armado hizo que su popularidad creciera rápidamente y su figura rodeada de un halo de leyenda.

En el espectacular asalto militar para su captura, y tras una ardua resistencia durante dos días, se dinamitaron varias casas y perdieron la vida siete personas.

Su cuerpo fue expuesto públicamente en Castillo de Locubín.