Nació en la ciudad argentina de Buenos Aires en 1886, hijo del periodista inmigrado italiano Basilio Cittadini, a los veinte años ya se encontraba decididamente dedicado a la pintura, iniciándose dentro de una figuración academicista a la cual pronto abandonó atraído por las nuevas corrientes pictóricas de su época.
En 1910 se encontraba ya en París estudiando junto a su compatriota Raúl Mazza en el taller de Anglada Camarasa a quien siguió, junto con otros argentinos (Aníbal Nocetti, Gregorio López Naguil, Francisco Bernareggi) hasta Mallorca en 1915.
Atrapado por los paisajes y escenas baleares, Cittadini desde esos años y hasta su deceso dedicó gran parte de su obra a representar personajes, paisajes y costumbres de tales islas con un personalísimo estilo que, aunque evidencia el influjo de Anglada Camarasa y del impresionismo, se distingue por la sutilidad de las figuraciones, el uso armonioso de las líneas rectas, el predominio de los colores claros y cálidos, la armonía compositiva en la cual existe cierto geometricismo desenvuelto en una delicada linealidad y el manejo de planos cromáticos; sus obras son casi siempre aparentemente sencillas, aunque tras la aparente simpleza se oculta un detallado estudio previo de perspectivas, planos, líneas de fugas y composición tonal que da por resultado obras que aportan una impresión de calma vitalidad.
Para esto, por otra parte, recurre frecuentemente a usar como medio la acuarela.
Juntamente con su obra pictórica, dejó también un importante legado escrito, como aforismos, pensamientos sobre pintura, colaboraciones periodísticas, etc.