Su dedicación al estudio le permitió graduarse de enginería militar.
Después de su defunción, su invención tuvo el éxito que había esperado.
Unos años más tarde, James Watt realizó una tercera modificación al aparato y así se comercializó a gran escala.
A finales del siglo XVII, las aguas subterráneas eran un gran problema para la minería, pues las bombas existentes no eran capaces de desarrollar una potencia suficiente para extraer el agua desde las profundidades de la mina.
Esta máquina supone la primera utilización industrial del carbón para realizar trabajo mecánico.